jueves, 10 de septiembre de 2009

Politica en Antígona



Política y Religión en Antígona.

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“El monumento perenne del espíritu ático en
el momento de su madurez está constituido
por la tragedia de Sófocles y la escultura de
Fidias. Ambos representaban el arte del
tiempo de Pericles”
Werner Jaeger

Los dos aspectos que nos ocupan en este breve ensayo, lo religioso y lo político, están presentes en casi toda la tragedia griega. “Antígona” es tal vez la muestra más clara de ello. La obra gira en torno a una problemática que tiene implicaciones en estos dos aspectos, Antígona siente la necesidad y el deber de enterrar el cuerpo de su hermano, claramente movida por razones religiosas y afectivas, aunque esto implique desobedecer el decreto promulgado por Creonte, que personifica en la obra el poder humano y las leyes civiles. Recordemos que para los griegos antiguos una de las humillaciones más duras era la indigna disposición de un cadáver y esta humillación no recaía sobre el difunto o sobre la integridad de su cuerpo, sino sobre toda su estirpe; en términos del honor, para los griegos antiguos no se trataba de individuos sino del nombre de la familia

Como es evidente, en la obra se representan dos tragedias, la de Antígona, que en ningún momento duda de la prelación de la ley divina y de la dignidad, viéndose abocada a una sin salida pues cualquier decisión que tome será devastadora para ella, condición necesaria para que se dé la tragedia, pues esa es tal vez la característica esencial de este género: cualquiera que sea la decisión que tome el protagonista de la tragedia es nefasta. Y, por otra parte, la tragedia de Creonte, que descubre muy tarde que las leyes humanas no pueden “tener primacía sobre las leyes no escritas, inmutables de los dioses” , hecho que no pudo asimilar antes, pues sentía que su decreto era su deber para con la ciudad de Tebas. Creonte se consolida así como un personaje cuya tragedia está marcada por la extemporaneidad, Creonte es el hombre que llega tarde a todo: a la razón, al suicidio de Antígona y al de su hijo.

Ambas tragedias se enmarcan dentro de la dicotomía de las leyes divinas y naturales frente a las leyes humanas. También la obra nos abre el debate frente a otras cuestiones no menos importantes, como la dignidad y la entereza de Antígona, que se convierte en la personificación de esos valores, a través de su inquebrantable lealtad al nombre de su familia; el orgullo y ciega terquedad de Creonte, quien frente a la figura de Antígona aparece indigno, irracional, podríamos suponer que embriagado de poder, y las dudas de Ismena, que es la hermana temerosa, en cuya situación no caben juicios de valor a partir de la comparación de su actitud frente a la de Antígona; temas estos últimos que también están atravesados por los sentimientos religiosos y las circunstancias políticas, entendiendo lo religioso como el rito y el simbolismo frente al cadáver (recordemos que Antígona es descubierta precisamente por intentar un entierro simbólico), pero también entra aquí el significado del honor y la dignidad del nombre y de la familia en el contexto de la obra; y, por otra parte, el choque es contra las leyes humanas, representadas en el castigo que impone Creonte y su cumplimiento de las leyes civiles a cualquier costo.

Estos dos aspectos, lo religioso y lo político, son constantes en la Grecia clásica, a continuación presentaremos características de ambos en el contexto que nos compete.

Religión en la Grecia Clásica.

Existen dos aspectos esenciales para comprender la religiosidad de la Grecia clásica, por una parte el carácter “humano” de sus dioses, pues éstos pertenecían al orden natural del mundo y cada uno de ellos representaba una potencia que traducía una forma de acción o un tipo de poder . Y, por otra parte, la convicción de los griegos de la influencia que ejerce sobre sus vidas la fuerza que posee el Destino.

Estos rasgos apoyan el hecho de que la vida diaria de los griegos estaba impregnada de religiosidad, que se manifestaba a través de un gran repertorio de ritos y festejos. Aún cuando los griegos consideraban sus vidas terrenales regidas por los designios del destino y la vida después de la muerte no prometía un paraíso, resultaban muy devotos y daban importancia al favor de los dioses, cuya omnipotencia puede por momentos ser cuestionada, pues el hombre es quien termina tomando sus decisiones vitales, aunque éstas lo llevan siempre irremediablemente al cumplimiento de su destino (el destino griego, que es el destino ineludible por antonomasia).

Al lado del destino estaban la suerte y el azar. Ya desde la tradición homérica (tanto en la Ilíada como en la Odisea) vemos cómo los dioses toman partido por algunos hombres y hacen fuerza entre ellos por sus favoritos; no pocas veces se ha pensado en los dioses griegos jugando a los dados con las vidas de los hombres, aunque en realidad la sociedad griega tiene un fondo muy humanista y termina siendo el hombre el centro real de su propia existencia.

En esa influencia que los dioses ejercían sobre la vida de los hombres, hay un medio ritual que está presente en toda la historia de la Grecia antigua y es la adivinación. Los oráculos, los vaticinios, la Pitía (o pitonisa) y los adivinos, son de la estirpe de Apolo, que es el dios profeta. “Decidido a revelar a los hombres la voluntad de Zeus, su padre, Apolo recorre toda la Hélade buscando el sitio adecuado para fundar su oráculo” .

Lo religioso en Antígona.

El panorama religioso de la Grecia que vivió Sófocles (siglo V a.c.), se ve reflejado en la obra Antígona. Cuya trama, como hemos anunciado, se desencadena a partir de la contraposición de un decreto humano y de los designios divinos.




Antígona, el personaje, es una mujer muy religiosa, se presenta con una entereza indiscutible. Es capaz de desobedecer al rey y sacrificar, junto con su vida, un esperanzador futuro al lado del hijo de ese rey, que la ama profundamente. Pero su dignidad, su convencimiento y su lealtad por su familia no le dejan espacio para cavilaciones de ningún tipo, Antígona está decidida y nadie puede ya esgrimir un argumento que le cambie un ápice su convencimiento. “Yo, por mi parte, enterraré a Polinice. Será hermoso para mí morir cumpliendo ese deber” .

Lo religioso en Sófocles tiene un matiz distinto al tema religioso es Esquilo, especialmente en lo concerniente al Destino. Según Werner Jaeger, lo distinto es el acento que se posa, para Sófocles, sobre el dolor, sobre el hombre mismo. “”El destino no reclama la atención como problema independiente. Apartada de él, se dirige por entero al hombre doliente, cuyas acciones no son determinadas desde fuera con entera necesidad” . Antígona forma parte del conjunto de víctimas de la maldición de los descendientes de Lábdaco, pero ella es artífice también de sus consecuencias pues tiene la total elección y escoge el camino del dolor. Los motivos que la llevan a ello pertenecen, por supuesto, al ámbito religioso. La sepultura simbólica que le hace al cuerpo de su hermano con libaciones y rituales, enseña más rasgos de su carácter piadoso y se constituyen en otra manifestación de lo religioso en la obra.

Antígona, la mujer, “sobrepasa todas las preeminencias de su noble estirpe” , es un personaje que aparece en contraposición a Creonte, de quien hemos dicho, también se representa su tragedia. En todo momento hay una dicotomía entre lo religioso y lo político. Lo religioso de Antígona, el personaje, implica también la dignidad de su estirpe y las deudas con sus antepasados.

Por último, otra manifestación de lo religioso está enfocada en la suerte y el azar, en palabras del mensajero que se presenta a Creonte “Esta idea prevaleció y fui yo ¡desgraciado de mí! a quien la suerte designó para esta buena comisión” .Y, por otro lado, en la adivinación personificada en el adivino Tiresias, a quien Creonte llega incluso a cuestionar, constituyendo esta contradicción un tema más en el debate entre los designios humanos y los divinos.

“Antígona” en la Atenas de Pericles.

Sófocles vivió la Atenas de Pericles, una ciudad floreciente cuyo apogeo se reflejaba en una necesidad de la formación conciente del hombre. Las obras de Sófocles tienen un carácter educativo. “El arte y la anécdota encarnan en Sófocles y en Pericles la suma de la más alta nobleza de la kalokagathia ática” . Esta cita de Jaeger obviamente tiene un importante sustento en Antígona. La rectitud de este personaje muestra los valores de la lealtad, la dignidad y la nobleza (areté).

Sófocles vivió esta época de oro de Pericles, ocupó altos cargos durante este gobierno y no alcanzó a ver el fin del esplendor, tal vez por ello el sentimiento político de Sófocles es tan marcado y se ha dicho que posiblemente en Antígona Sófocles esté haciendo una crítica a los regímenes anteriores y a las tiranías. Aunque una parte de la crítica sospecha de una alusión sutil a Pericles, pues como llegó a decir Tucídides “en apariencia se trataba de una democracia; en la realidad era el gobierno de uno solo” . Sófocles asistió a la construcción del Partenón, entre muchas otras obras majestuosas. En los coros de Antígona “se refleja el optimismo de este período de esplendor de la historia de la ciudad” .

Con esta obra Sófocles muestra el papel educador del teatro, sus sutilezas y sus planteamientos tratan temas claramente políticos, pues son asuntos que conciernen a los habitantes de la polis en su actuar social.

A manera de conclusión.

El teatro en la Grecia clásica era a todas luces un fenómeno religioso, prueba de ello es que los teatros eran construidos en lugares de culto. Los destinos ineludibles marcaban la tragedia, aunque Sófocles decide darle un acento especial al papel del hombre y sus elecciones, tal vez, por ese móvil educativo y político que pretendía.

Se ha dicho, con mucha razón, que “Antígona” es la representación más acabada que poseemos del teatro griego. De solo un episodio, el decreto de Creonte y la trasgresión de Antígona, se desencadenan dos tragedias, un fuerte debate en torno a los deberes y derechos divinos y humanos, un planteamiento del iusnaturalismo (que puede considerar una parte de sus orígenes en el sentimiento religioso), y asistimos a una muy lograda muestra de los valores de la Grecia clásica.

Por lo expuesto, podemos concluir que ante la pregunta por si lo político y lo religioso están presentes en “Antígona”, la respuesta es radical tal vez lo religioso y lo político son los rasgos que definen a “Antígona”, la obra y el personaje.

Bibliografía:

JAEGER, Werner. Paideia. México: Fondo de Cultura Económica, 1957.
SÓFOCLES. “Antígona”, En: Dramas y Tragedias. Barcelona: editorial Iberia, 1959.
ESPASA CALPE, Historia Universal. Alonso, Juan Ignacio. V. 1. Madrid: Espasa Calpe, 2002.
KARABATEA, Marilena. La Mitología Griega. Atenas: Ediciones Adam, 2000.


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